Llevo ya unos años viviendo en esta ciudad, pero aún no la conozco. Debido al trabajo y a mi situación personal, desde que llegué aquí apenas tuve tiempo para dedicarlo a otras cosas. Pero desde hace unos meses parece que voy recuperando un poco mi tiempo libre. Y una de las facetas a las que quiero dedicarme es a la fotografía. Es la típica afición por la que siento devoción. Y qué mejor manera de buscar un buen modelo que fotografiar que la ciudad que tengo frente a mí.

Pero en vez de fotografiar sin ton ni son, me he planteado centrarme en un solo objetivo. ¿Por qué no los bares de la ciudad? Que si de algo presume es de tener más bares que ninguna otra capital del mundo. Y a ello me he puesto, prestando especial atención tanto a las fachadas de los bares, como a las barras y a las terrazas en las que abundan las clásicas sillas de terraza con brazos.

Desde luego que no es un plan del todo “original”. No son pocas las cuentas de Instagram que se dedican a estos menesteres. Particularmente yo soy fan de una cuenta que se dedica a fotografiar la entrada de bares y negocios de Nueva York y alrededores. Tanto éxito han tenido con esta cuenta que no tardaron en recibir la oferta con la que sueñan todos los fotógrafos: editar un libro con las mejores fotografías.

Sin duda a mí me hace mucha ilusión llegar a algo así, pero para ello lo primero que hay que tener (además de talento y tiempo) son algunas fotos. Y así he empezado yo a visitar barrio por barrio, sacando fotos de los lugares más originales que me estoy encontrando. Pongo especial énfasis en aquellos bares tradicionales ahora llamados castizos. 

Pero son sobre todo los bares “de verdad” lo que me interesan, aquellos con esas sillas de terraza con brazos y que son regentados por empresarios de toda la vida, no esos bares abiertos ahora con aroma castizo pero que en realidad son franquiciados. Por eso intento combinar mis fotos con una entrevista a los propietarios que siempre tienen historias muy interesantes que contar.