Cuando una persona con la que estás iniciando una relación te invita a su casa por primera vez, todo son nervios. La primera cita en casa siempre es importante porque se produce en un espacio mucho más íntimo totalmente a solas y se quiere transmitir la mejor impresión. Por eso, hay muchas dudas que resolver.
- La vestimenta. Es una de las dudas más frecuentes ya que una cena o una comida en casa no es igual que fuera. Por eso, lo mejor es optar por una vestimenta con la que nos sintamos cómodos pero que no deje de ser elegante. En el caso de mujeres, puedes optar por una ropa similar a la que usaría si fueras a cenar fuera, pero combinándola con un calzado bajo más adecuado para el hogar. Lo que nunca debes de hacer es vestirte excesivamente informal ya que no deja de ser una cita y una de las primeras.
- Qué llevar. Evidentemente, ya conoces un poco a la persona y sabes si le gusta o no el vino. Si es así, una botella de vino albariño puede ser perfecta. En el caso de que la persona no beba, puedes llevar algo para el postre. En este caso, siempre es mejor preguntar para evitar encontrarse con dos postres. En el momento en que te inviten puedes aceptar y decir que tú llevas el postre y así ya no habrá malos entendidos ni situaciones incómodas.
- Que tú seas la persona invitada no implica que la otra persona te sirva. Llegar y esperar que el anfitrión o anfitriona se encargue de todo no estará dejándote en muy buen lugar. Lo adecuado es que te ofrezcas a ayudar desde el principio y, si la mesa ya está puesta y te traen los platos a la mesa, no dudes en recoger al finalizar y fregar los platos o dejarlos en el lavavajillas. No solo es lo más educado, también será una declaración de intenciones.
- El momento de irse. Esto puede ser lo más delicado. No debes de dar por sentado que una invitación a cenar implica quedarse a desayunar. En ocasiones, las cosas fluyen por sí solas pero siempre es importante no tratar de alargar la velada más allá de lo que el anfitrión demuestra querer y, ante la duda, lo mejor es amagar con irse aunque se esté deseando que nos inviten a permanecer allí.