En acampadas, rutas de senderismo o travesías en barco a Cíes, es fácil advertir la riqueza aviar de este archipiélago gallego, perteneciente al Parque Nacional de las Islas Atlánticas. Si bien Monteagudo, do Faro y San Martín no son islas particularmente grandes, sirven de ‘hogar’ temporal a numerosas especies migratorias o invernantes.

Así sucede con el cormorán moñudo, ave suliforme que pasa los inviernos nidificando en los acantilados de las islas Cíes. Es posible avistarla en vuelo, estacionada sobre las rocas o buceando entre el oleaje, en grupos muy numerosos además. Se estima que este archipiélago y el resto del parque acogen más de mil parejas de cormoranes.

Símbolo de libertad, la gaviota patiamarilla es un habitante permanente en las Cíes. Sus poblaciones superan aquí las dieciséis mil parejas reproductoras, siendo una de las mayores colonias del continente europeo. Se trata de un ave de dimensiones medianas, plumas blancas y grises y unas patas doradas, visible también en Sálvora, Ons y otros destinos isleños de Galicia.

Junto con la tórtola común, la paloma torcaz figura entre las aves más abundantes de las Cíes. Posee un tamaño y robustez notables para una colúmbida, y se mueve en grandes bandadas por estas latitudes. De todos los vencejos, el más singular es sin duda el real (que los isleños denominan andoriñón real). Para contemplarlo, se le debe buscar en los acantilados, con frecuencia mezclado con otras especies.

Por su parte, las lavanderas sobresalen en la avifauna de estas islas de la ría de Vigo. Son pequeñas pero fáciles de distinguir gracias al color pálido de su plumaje, con el pecho blanco y detalles negros en la garganta y la cabeza. Las rapaces tampoco faltan en las Cíes, donde conviven especies tan diversas como el azor común, el busardo ratonero o el cernícalo vulgar.