El uso del chocolate blanco cobertura online y otras aplicaciones reposteras tienen su origen en las barritas y tabletas que Hershey y Nestlé comercializaron durante la primera mitad del siglo pasado. Sin embargo, esta variedad chocolatera no habría alcanzado su popularidad actual de no ser por un exceso de leche en polvo.

La Primera Guerra Mundial dejó no solo cuarenta millones de muertos, sino también toneladas y toneladas de leche en polvo, cuya demanda comercial cayó en picado. Para reactivarla, los fabricantes optaron por darle un nuevo uso, surgiendo así la primera barrita de chocolate blanco, alimento que hoy se utiliza ampliamente para elaborar tartas y pasteles.

A fines del siglo XIX, el suizo Daniel Peter había fusionado con éxito la manteca de cacao con la leche condensada, desarrollando una de las variedades de chocolate más apreciadas por el consumidor. Su comercialización afrontó los desafíos habituales del nuevo producto. En vista de que Nestlé tampoco obtenía el éxito esperado con su leche condensada con propiedades vitamínicas (Nestrovit), decidió darle un nuevo formato, y así surgieron las Galak, predecesoras de las modernas Milkybar.

En otras palabras, el chocolate blanco no se promocionó en primera instancia por su excelente sabor, sino por su valor nutricional. Más como un suplemento que como un dulce, este chocolate alcanzó fama de forma progresiva.

Considerando su origen, pudiera pensarse que este producto es más barata de producir que los chocolates tradicionales. Nada más lejos de realidad. Sus costes de producción son bastante más elevados que los requeridos para desarrollar, por ejemplo, el chocolate con leche.

En sentido estricto, el chocolate blanco no es chocolate, por el bajo porcentaje de manteca de cacao presente en su fórmula. Esta deficiencia ha generado y sigue generando debate porque, si bien marcas como Milka o Ferrero Rocher omiten la palabra «chocolate» en sus envases, el gran público sigue buscándolo con esta denominación.