La falsificación de relojes sigue creciendo a escala global. Cada año se ponen en circulación varias decenas de millones de unidades falsas, según avisan desde la Federación de la Industria Relojera Suiza. Una de las marcas más afectadas es rolex, pero sus clientes disponen de una herramienta eficaz para verificar la autenticidad de su cronógrafo: los números de serie.

En cada reloj de la firma suiza se incluye un código numérico de cuatro a ocho dígitos que indica la fecha de producción y otras especificaciones únicas. Gracias a esta referencia, no hay dos Rolex iguales.

Estos números se graban debajo de la correa, entre las asas, y contienen información precisa sobre el tipo y modelo de reloj, la fecha de producción, el metal de su caja o el diseño del bisel (liso, estriado, etcétera). Con el cambio de siglo, la marca de la corona dorada resolvió, para mayor seguridad, grabar sus números de serie en el bisel situado bajo el cristal, concretamente en las seis.

Anteriormente, Rolex había experimentado con diversos sistemas de numeración, para poner freno al aluvión de réplicas y falsificaciones que amenazan su mercado, así como el de otras firmas de alta relojería.

Hasta mediados del siglo pasado, Rolex marcaba sus creaciones con una numeración simple y consecutiva, cuya vulneración no suponía un obstáculo para los falsificadores. Pero sus códigos aumentaron su sofisticación con el transcurso de los años y la mayor conciencia del daño que este mercado negro infligía a su modelo de negocio.

Al margen de los números de serie, Rolex adopta otras medidas eficaces, como las restricciones de la venta de sus relojes, disponibles solo en distribuidores oficiales. Cierto es que esto no impide que las unidades falsas pueden circular y camuflarse entre las verdaderas en el sector de la compraventa. Por eso se recomienda a los compradores de Rolex usados solicitar la documentación, el certificado y otras garantías al vendedor.