Las condenas a falsos dentistas en España se reeditan año tras año. Aunque minoritario, el intrusismo es una lacra que afecta al sector dental y también una grave amenaza para la salud pública. Para evitar convertirse en víctima de estafadores y elegir al mejor dentista en Santiago de Compostela u otros municipios, se recomienda investigar la titulación oficial de estos profesionales.

La presencia de diplomas y títulos enmarcados es frecuente en cualquier consulta odontológica, y más que una muestra de orgullo, debe interpretarse como una demostración de la capacitación del dentista. Sin embargo, estos documentos son fácilmente falsificables, más aún en la edad de Photoshop y de otros softwares utilizados en este tipo de delitos.

Para el cliente, la ‘prueba del algodón’ es la colegiación del profesional. Todos los odontólogos en activo cuentan con un número de colegiado. Los falsos dentistas no figuran en la base de datos del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de la I Región (COEM). Basta con introducir su número en el buscador para comprobar si, en efecto, está colegiado y cuenta con la titulación y la formación de rigor.

Con esta certeza, se diluyen cualquier sospecha que el usuario pueda abrigar sobre un dentista o clínica en particular. Como medidas adicionales, puede optarse por visitar la página web del profesional en cuestión. Una contradicción entre los precios y tratamientos allí mostrados y los expuestos en la consulta física demostrarían, en el mejor de los casos, falta de cuidado o de profesionalidad.

Otra forma de identificar a los falsos dentistas son las tarifas excesivamente bajas. La máxima popular de «si es demasiado bueno para ser cierto, probablemente sea falso» demuestra su utilidad también en este caso. Lógicamente, el low cost no es indicio suficiente para calificar de fraudulenta a un centro odontológico. Una parte de este sector, como sucede en el resto, sobrevivir gracias a una guerra de precios que en ocasiones beneficia al consumidor final.