A la hora de buscar parking low cost T1 Madrid, la capital española ofrece, como el resto de los núcleos urbanos, tres tipos de aparcamientos principales: en línea, en batería y en sentido oblicuo.

 

Primeramente, el estacionamiento en línea consiste en aparcar el vehículo inmediatamente detrás o delante de otro, de forma que la disposición de coches sea paralela al borde de la calzada. Su dificultad es alta, y exige que los conductores ya estacionados hayan respetado el espacio de las plazas libres, es decir, que no las hayan invadido.

 

Para maniobrar adecuadamente, es importante que el estacionamiento exceda la longitud del propio vehículo. Los estacionamientos oblicuos y en batería pueden ser algo justos, por expresarlo llanamente; pero las plazas en línea necesitan un margen mayor para posibilitar la entrada y la salida.

 

Por su parte, el aparcamiento en batería goza de popularidad en la Comunidad de Madrid y conlleva una maniobra sencilla en la mayoría de los casos. Sucede cuando los vehículos estacionan en paralelo unos de otros, de manera que la parte delantera del coche encare la calzada y la trasera haga lo propio con la acera.

 

Para aparcar en plazas en batería, el conductor debe extremar la precaución al efectuar el giro de entrada, abriéndose lo suficiente para introducir el morro sin colisionar con los coches ya estacionados. No obstante, este giro inicial no debe comprometer la seguridad del resto del tráfico rodado, sea del mismo carril o del contrario.

 

En último término, el aparcamiento en sentido oblicuo no precisa mayor explicación: los vehículos estacionan en paralelo unos de otros, con una disposición oblicua a la calzada. Es considerado una variante del estacionamiento en batería, y también es muy común en Madrid y otras capitales europeas.

 

En una escala de dificultad, las plazas oblicuas representan el estacionamiento más fácil, ya que permiten aparcar sin maniobrar demasiado, ni realizar demasiadas paradas.