Existe una falsa creencia muy arraigada entre algunas personas que asocia el comer sano con una comida insípida y sin gusto. Nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que comer saludable puede ser muy satisfactorio y puede hacer que se disfrute de los sabores más auténticos.

Un buen ejemplo son los postres elaborados con productos naturales de gran calidad, ricos en vitaminas y que no tienen ningún tipo de añadidos químicos. Los yogures asturiana, por ejemplo, tienen todo el sabor de un buen yogur procedente de leche de vacas criadas con los mejores pastos y no tienen colorantes artificiales. Su sabor es totalmente natural y a la vez es intenso y delicioso.

Lo mismo sucede cuando se escogen vegetales y frutas cultivadas de forma tradicional. Nos encontramos con productos muy sanos, que no son procesados y que tienen una gran cantidad de vitaminas y de minerales. Y, a la vez, tienen un sabor muy intenso, producto precisamente de esa forma de cultivo sostenible tradicional. Estos vegetales y frutas son productos con un sabor auténtico y que difícilmente podrían ser más saludables.

Otro tanto encontramos con las carnes, ya que el ganado que ha sido criado pastando y que además no ha sido sometido a estrés, es decir, que tiene certificado de bienestar animal, produce una carne mucho más sabrosa y a la vez más saludable ya que es totalmente natural. Este tipo de ganado no es engordado con piensos y hormonas, sino que se alimentan como siempre se han alimentado estos animales, lo que se traduce en menos grasas y, cuando las hay, estas son ricas en Omega 6 y resultan mucho menos perjudiciales para el organismo.

Comer saludable no se limita a tomar una lechuga con muy poco aliño y un soso filete a la plancha. Se trata de elegir bien cada uno de los productos que entran en la despensa y que formarán parte del menú de la familia. Comer de forma variada, consumir pescados y verduras en mayor proporción que las carnes y descartar los alimentos ricos en grasas procesadas, tan dañinas para nuestro corazón, nos ayudará a sentirnos mejor pero no hará que tengamos que renunciar al sabor de una buena comida.

Conseguir educar el paladar de los niños para que disfruten con este tipo de alimentos es básico para que sean adultos responsables con la comida y tengan una alimentación saludable.