Estoy haciendo un considerable cambio en el mobiliario y la decoración de la casa para darle un poco de frescura. En los últimos años, apenas había hecho cambios y estaba empezando a cansarme. Fueron obras obligadas en la cocina las que me llevaron a replantearme la decoración de la casa. Y aunque pudiera parecer lo contrario, lo cierto es que cambiar la cara a la casa no es tan caro.

He decidido empezar con las ventanas. Para cambiar la cara a las ventanas nada mejor que un cambio en las cortinas. Salvo en la cocina, donde coloqué una nueva cortina vertical, el resto de la casa tenía cortinas un poco antiguas. De esas que da la sensación de viejo. La verdad es que les tenía cariño porque formaron parte de la casa durante años, pero de vez en cuando hay que deshacerse de cosas viejas, si no corremos el peligro de empezar a acumular cosas y ahogarnos en ellas. 

Hoy en día podemos encontrar una gran variedad de cortinas y estores. Antes, los visillos eran los más típicos en todas las casas y yo también he tenido, pero es cierto que están un poco pasados de moda. Lo que está más de moda son los estores, los paneles japoneses o las cortinas de lamas. Y no es fácil decidirse porque hay cosas chulísimas.

Aunque entre todos los tipos de cortinas que hay, un tipo no me suele gustar: las cortinas tupidas de tela. Suelen ser típicas de los hoteles porque no suelen tener persianas o también en otros países, sobre todo en el norte, donde las persianas no son habituales. En estos casos se suelen combinar varias capas de cortina vertical. Por un lado, una fina que deja pasar la luz, luego otra opaca y finalmente una de tela que da ambiente a la habitación.

Como digo esta combinación de varias cortinas puede dar una cierta sensación de pesadez, además de que a menudo son un lío. ¿Nunca os ha pasado de liaros en los hoteles con tanto cortinaje? Al final, yo lo que prefiero es, en general, cortinas livianas, y con eso voy a jugar en casa a partir de ahora.