Una es todo lo comprensiva que puede ser hasta que se harta, pero es que a la sociedad todavía le queda mucho camino por recorrer para adaptarse a una realidad que todavía no acepta. Mi mujer y yo concebimos un hijo hace tres años y todavía hay personas de nuestro entorno que se sienten confusos o incómodos ante la situación. Y no digamos ya de fuera de nuestro entorno…
Tengo que decir que la mayor parte de mi familia se ha portado muy bien con nosotras desde que les dijimos que íbamos a ser madres. Nuestra relación ya iba por el quinto año cuando tomamos la decisión. Acudimos a informarnos a una clínica de Fecundación in vitro Guadalajara de la que unas amigas nos habían hablado muy bien. Pero antes de lanzarnos dar el paso había que tomar varias decisiones importantes. ¿Quién iba a llevar a nuestro hijo en su vientre?
Es una cuestión difícil. Nos informamos bien y hablamos con bastantes amigas que habían pasado por lo mismo que nosotras, pero no fue nada sencillo. Y es que las dos queríamos, en principio, embarazarnos, sentir esa experiencia directamente. No digo tampoco que nos peleáramos por ello, pero fueron semanas complicadas.
Al final, optamos por hacer una lista de pros y contras para cada una de nosotras. Por mi trabajo, tal vez yo era la que podía salir más perjudicada por estar embarazada. Y es que todavía estamos muy lejos de una verdadera conciliación de la familia y el trabajo. Esa fue la principal razón por la que finalmente mi mujer fue la “elegida”.
Acudimos a la clínica de Fecundación in vitro Guadalajara y tras varias pruebas dimos el paso definitivo. Pero, cuando mi mujer se quedó embarazada, ella pasó a ser “la madre”… ¿y yo? Nos ha costado mucho hacer entender en nuestro entorno más cercano que las dos somos madres aunque ella haya sido la que ha llevado al niño en su interior.
Por suerte, cada vez es más común que parejas del mismo sexo tengan hijos y estoy segura que algún día en que nadie deba justificar lo que hace con su vida privada.