Si me dicen hace unos años que iba a hacer un crucero me hubiera echado a reír. Era el típico viaje que asociaba a personas mayores: “vale, sí, ya haremos un crucero cuando me jubile”. Pero mi pareja empezó a venirme hace un par de años con el tema de los cruceros. Yo le dije que no tajantemente, pero ella insistió: me dijo que al menos echase un vistazo a unos catálogos que había traído.

Y así empecé a hojear sin mucho ánimo unos catálogos con alguna de la mejor naviera de cruceros, empresas que, aunque no dominemos el tema, siempre nos suenan. Entonces empezó a cambiar mi perspectiva del asunto. Para rematar, mi pareja me trajo algunos libros: me dio donde más me duele, porque sabe que me encanta leer. Y su selección era de novelas ambientadas en barcos.

Una de ellas era “El corazón de las tinieblas”, que había oído hablar de ella muchas veces, pero nunca me había planteado leer. Sabía que estaba basada la película Apocalypse Now y eso ya eran palabras mayores. Así es que me puse con ello y pronto empecé a sentir el cosquilleo de los viajes en barco. Dese luego, no era precisamente un crucero lo que hacía Marlow, el protagonista. Pero me sirvió para ver esta clase de viajes de otra manera.

Y cuando volví a los catálogos con las ofertas de la mejor naviera de cruceros empecé a valorar alguno de ellos. Y mi novia supo que ya me había convencido cuando le dije que cuál de todos ellos era lo que ella quería hacer. Ahora bien, yo sabía que no quería el típico crucero por el Caribe o algo así. En realidad, ahora que nos hemos recuperado ya casi totalmente de la pandemia, han vuelto con fuerza algunos de estos cruceros, y los hay para todos los gustos, hasta para fanáticos de películas o de grupos de música. Tampoco quería hacer un crucero temático, pero sí algo que nos llevara a conocer sitios no demasiado masificados. Mi novia tomó nota y empezamos negociar los destinos.