Los estacionamientos en línea pueden suponer un desafío para los conductores noveles y veteranos si la distancia entre los vehículos contiguos es insuficiente para maniobrar libre y cómodamente. Sin embargo, estas plazas abundan en grandes núcleos urbanos, pudiendo localizarse en cualquier aparcamiento en el centro de Madrid, Vigo, Barcelona, etcétera.

 

En una plaza de aparcamiento en línea, los vehículos estacionan en hilera, formando una línea paralela a la vía en lugar de hacerlo perpendicular o frontalmente a la misma. Estos parkings presentan una serie de beneficios, como su fácil integración en cualquier calle o avenida o la inmediatez con que los conductores pueden reincorporarse al tráfico sin efectuar demasiadas maniobras.

 

Para estacionar en aparcamientos en línea, el conductor debe identificar las referencias más adecuadas, como las líneas delimitantes de la plaza o el vehículo más inmediato a esta. Considerando estas referencias, se situará el vehículo en paralelo con la calzada, antes de realizar la siguiente maniobra.

 

El conductor girará el volante en la dirección del aparcamiento antes de dar la marcha atrás. Esta maniobra se realizará de forma progresiva, sin precipitarse, dada la escasa visibilidad que determinados coches ofrecen de la visión posterior y a la dificultad para prever el comportamiento del resto de los conductores. 

 

En concreto, el volante debe girarse por completo, hasta que el vehículo se encuentre en un ángulo de 45 grados aprox. en relación con el resto de coches estacionados. Seguidamente, se girará el volante en la dirección contraria a la inicial —es decir, si la plaza está a la derecha y se giró en esa dirección mientras se retrocedía, debe girarse a la izquierda para ‘introducir’ la parte delantera del vehículo en el aparcamiento.

 

Por razones de seguridad vial, es recomendable que los conductores señalicen la maniobra correctamente, haciendo uso de las luces intermitentes e incluso de las luces de emergencia en caso de que la situación así lo requiera.