Aparcar es uno de los momentos más críticos en el día a día de los conductores. La siniestralidad, como demuestran las estadísticas, se dispara durante las maniobras de detención, parada y estacionamiento. Tres son las causas probables: la imprudencia, los malos hábitos y la inseguridad de ciertos aparcamientos. Estos factores se reparten la responsabilidad de la mayoría de colisiones en parkings en Granada y de otros municipios.

Precisamente en el barrio granadino de Sacromonte se sitúan numerosas plazas en cuesta, resultado de su orografía. La situación en pendiente exige de los conductores una mayor pericia en el control de los pedales de freno y embrague, lo que aumenta el riesgo de choque.

Con frecuencia, las malas prácticas están detrás de accidentes ocurridos en áreas de estacionamiento. Olvidarse de señalizar la maniobra, por ejemplo, pone en peligro al usuario y al resto de conductores, al disminuir su tiempo de reacción hasta niveles críticos.

Las negligencias al volante también generan situaciones de peligro, a menudo motivadas por las prisas. Así, impedir el paso a otros conductores al aparcar en doble fila sólo está justificado en avenidas y calles amplias durante un breve periodo de tiempo.

En cambio, las autoridades de Tráfico no disculpan el siguiente hábito: estacionar invadiendo parcialmente la acera, con la inseguridad y molestia que conlleva para el tránsito peatonal. Las multas pueden alcanzar los doscientos euros.

Aunque menos grave, situar el coche en la plaza de forma incorrecta es un error habitual que miles de conductores cometen a diario, no exento de riesgos: colisionar con otros vehículos, recibir una multa de estacionamiento u ocupar dos plazas en vez de una.

Esta última práctica, además de estar tipificada como infracción en el Reglamento General de Circula, es una descortesía para el resto de usuarios, más aún si la plaza ocupada corresponde a minusválidos.